¿Qué es la Homeopatía?

La homeopatía es una terapia natural, energética y psicosomática que utiliza sustancias vegetales, animales y minerales, diluidas y dinamizadas, para estimular al organismo a reaccionar frente a la enfermedad, basándose en dos premisas:»lo similar se cura con lo similar», y «cuanto mayor es la dilución, más potente es el efecto».

Los fármacos de la medicina convencional suprimen los síntomas rápidamente contraviniendo las leyes de la naturaleza, al paralizar desde el principio, los mecanismos naturales de defensa del hombre y de otros seres vivos. De esta forma, una enfermedad aguda, bloqueada en su curso natural de curación puede convertirse en subaguda y con el tiempo, en crónica o puede provocar otras enfermedades, llamadas y atrógenas al tener su origen en un tratamiento previo. En cambio, la homeopatía no suprime los síntomas, sino que actúa sobre las causas profundas de la alteración del organismo, estudiando la constitución del enfermo, su temperamento, su predisposición a enfermar y el ambiente donde vive y trabaja, es decir, estudia «el terreno» donde se ha desarrollado la enfermedad.

Tendemos a olvidarnos de las capacidades energéticas de nuestro organismo dependiente de una fuerza vital, instintiva e inteligente, que domina toda la materia viva. Esta fuerza mantiene el equilibrio de la acción de moléculas, tejidos, organos y sistemas del ser vivo, garantizando su salud, su orden mental, y su capacidad de adaptación al entorno. La pérdida de este equilibrio constituye la enfermedad, mientras la curación es la recuperación de dicho equilibrio. Desde este punto de vista, la homeopatía es una terapia energética, ya que los principios activos del medicamento homeopático con «señales similares» a las de la enfermedad por curar, sintonizan con los receptores del organismo enfermo canalizando sus mecanismos de autorregulación hacia la curación natural. El remedio homeopático utiliza los síntomas del enfermo inspirándose en un principio fundamental «lo similar se cura con lo similar» del cual hay indicios en documentos de la India y Egipto de hace casi 4000 años.

La dilución es un procedimiento químico que permite a una sustancia transmitir al solvente (agua y alcohol) parte de sus propiedades y de su energía. La dinamización o agitación es un procedimiento físico que añade energía a la dilución mediante movimiento. Mediante estos dos procedimientos la homeopatía explica que una cantidad mínima de materia convertida en energía puede devolver el equilibrio al enfermo mediante esta terapia global u holística al considerar al paciente como un todo e incluir  tres niveles del paciente: mental, emocional y físico.

El homeópata además de los signos patognomónicos de la enfermedad, estudia los síntomas subjetivos del enfermo, todo lo que el paciente percibe en su interior y le indica su reacción peculiar a la enfermedad, respetando la individualidad del paciente y orientando al terapetua al remedio personalizado en base a la ley de similitud. En alopatía, en cambio, con un mismo fármaco se cura a todos los enfermos que padecen la misma enfermedad.

En 1789, Samuel Hahnemann, médico alemán, farmacólogo y químico, un día de consulta pidió a sus pacientes que abandonaran la sala de espera diciendo que no era capaz de curarlos y decidió dedicarse de nuevo a sus estudios. En 1796 publicó «Ensayo sobre un nuevo principio para descubrir las virtudes curativas de las sustancias medicinales» creando así la homeopatía un nuevo método de curar. En este caso, como en el texto sobre Edward Bach, de la entrada anterior,  Hahnemann también abandona el camino establecido. Con gran humildad, por cierto, cuando ejerciendo como médico reconoce ante sus pacientes su incapacidad para curarlos y se dedica durante 7 años a investigar hasta desarrollar su  propio método.