El ejemplar que he leído se edito en 1999, una amiga me lo presto en 2012 y termine de leerlo a principios de noviembre del 2013. El tema de este libro no caducará, el título ya plantea una pregunta de difícil respuesta y a la vez, algunos aspectos de la relación hombre-mujer tan arraigados en nuestros valores culturales y nuestra propia historia que poco se modifican en esencia. Aquí os dejo un fragmento que me gusto especialmente.
Erika Jong, la autora¡Ah, el sueño del verdadero compañero! Después de todo, él es «el hombre perfecto». ¿Lo encontramos o lo educamos?¿Lo cultivamos en nuestro jardín o lo importamos de la luna? Y si lo hallamos, ¿se volverá loco a los veinticinco, caerá en una depresión a los treinta o acabará follándose a la canguro a los cuarenta?¿Podemos amarlo sin mimarlo? ¿Podemos plantearle exigencias sin que nos abandone? ¿Podemos encontrar el equilibrio entre dar y recibir? ¿Podemos recibir tan desinterasadamente como damos?
Nuestros analistas nos dicen que la respuesta está en nosotras que, cuando estemos preparadas, el hombre perfecto aparecerá misteriosamente….
El hombre perfecto es, depués de todo, aquél que ve lo mejor de ti y que te apoya en tus convicciones incluso cuando empiezas a dudar de ellas. Porque ama todo lo que eres y lo que puedes llegar a ser, su perspicacia te ayuda a ser verdaderamente tú misma. Y mientras creces, segura de ti misma en su amor, reflejas generosamente lo mejor de él.
La ciencia también se ha planteado la pregunta ¿cómo es el hombre perfecto?.A través de un experimento, las psicólogas Debra Zeifman and Jennifer Ma, les pidieron a un colectivo de voluntarias que describieran a su hombre perfecto. Ellas aseguraron que los rasgos infaltables serían la masculinidad, belleza, que estuviera en buena forma física, que les generara atracción sexual y que fuera inteligente. A este grupo de características lo llamaron “buenos indicadores de genes”.